sábado, 11 de febrero de 2012

Círculos

que se abren y se cierran, que dan todo o nada, mucho o poco.
La vida se basa en ciclos y gracias a ellos tenemos la oportunidad de aprender y de desaprender.
Aprender de nuestros fallos, de las cosas que hemos hecho bien y de las que podemos hacer aún mejor, conocer gente, entre la cual aparecerán personas que, sin saberlo, se convertirán en importantes; y otras que no lo harán. Pero todas dejarán una pequeña huella, un pequeño grano de arena que contribuirá a la difícil tarea de ir cerrando etapas, de ir uniendo la fina línea que forma cada circunferencia.

Cuando eres un niño no eres consciente de todo lo que se va creando a tu alrededor, desde que naces hasta el día en el que empiezas el colegio. Desde este último hasta que pasas a primaria y así hasta secundaria, bachiller, universidad...
En cada época quedarás marcado por detalles, voces, miradas, frases y comportamientos. Por el daño que hayas podido hacer y el daño que te han hecho. Por cómo has sido tratado y por cómo has tratado a los que te rodean. Irás preparando consciente e inconscientemente el entrante del agridulce segundo plato que te espera: la vida.

"Desde mi cielo" quisiera agradecer a todas las personas que, en mi caso, lo han ido haciendo posible.
Sin necesidad de nombrar a nadie, porque quienes me han ayudado a cerrar círculos son conscientes de ello, y probablemente, si algún día leen esto, se sientan orgullosos. (Solo probablemente).

Como me siento yo al saber que he sido y soy importante en algunas de las vidas de este mundo, y al saber que he ayudado, ayudo e intentaré ayudar a esas personas a seguir adelante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario